martes, 25 de junio de 2013

Fin de curso 2012/13



—A mis alumnas y alumnos de 4º.

De este curso, de todos.—



Hacer de las palabras donación

de sangre, un hecho insólito, mordazas

que caen y… alas. Torpes, pero plenas

de futuro. Un futuro ya aquí, viento

entre las hojas muertas, sugerente,

fresco. Esa nube a punto de nacer.

Esa promesa en marcha. Desbordándose.

Devorándolo todo. Deshaciéndolo

y volviéndolo a hacer. Galaxias. Dioses.

Términos y principios. El olvido.

Y volver a nacer.


     Nunca he querido dar lecciones. Sí

aventarlas, echarlas a volar,

abrir una ventana en la penumbra

y el tedio que adormece la mañana

y proponer un viaje.


     Hay locos que se arrojan y persiguen

la imagen que no tienen de sí mismos.

Y cuerdos arrojados que reinventan

parábolas del hambre en cada vuelo.

Palabras descolgadas. Trasplantadas.

Injerto. Donación. Coordenadas

reconocidas, rotas. Eslabones

perdidos. Desencuentros que son puntos

de vista. Tierra incógnita. Otras islas,

otros Nunca Jamás, otros naufragios.

Nuevos mundos. Pronombres personales

tan íntimos, tan agramaticales,

tan origen, tan propios, tan ajenos

que estremecen cimientos, convicciones,

premisas y proyectos. Y despiertan,

sin embargo, en lo más nuestro un recuerdo,

no de poetas muertos, pero sí

vacilantes; un guiño a las promesas

que a la edad del futuro nos hicimos.

Las mismas otras que ellos.



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